martes, 24 de enero de 2012

¿Quién puede matar a un niño?: Una película pionera (1º parte)



Génesis de una película pionera

A lo largo de la historia del cine hemos podido comprobar lo perversa que puede llegar a ser la infancia. Antes de la década de los setenta, el celuloide nos había mostrado infantes (e infantas) asesinos, crueles, despiadados; pequeños monstruitos que ponían cara de no haber roto un plato después de cometer una tropelía mayúscula.
Algunas de sus fechorías eran resultado de una sociedad que los había marginado, como ocurría en Los olvidados (1950) de Luis Buñuel, o que estaba a punto de marginarles, como nos contó Jack Clayton en A las nueve cada noche (1967). Otros jovencitos hacían suyo el instinto de supervivencia adulto, caso de El señor de las moscas (1963) de Peter Brook, nacían malvados como las niñas de La mala semilla (1956), de Mervyn LeRoy y La calumnia (1961) de William Wyler, o simplemente venían del espacio exterior a “jugar” con nosotros en El pueblo de los malditos (1960) de Wolf Rilla.
Estas películas se acercaban, en algunos casos, al cine de terror, pero a excepción de la La semilla del diablo (1968) de Roman Polanski, de Suspense (1961), de Jack Clayton, y otras versiones de Otra vuelta de tuerca, las demás no entraban de lleno en este género.
En la mayoría de estos filmes, los niños actuaban solos, y cuando lo hacían en grupo, había disensiones entre ellos,  o como en el caso de El pueblo de los malditos, eran extraterrestres manipulados por una mente colectiva .
 ¿Quién puede matar a un niño? (1976), fue la primera cinta de terror en la que los niños, movidos únicamente por el odio hacia los mayores, actuaban como un enjambre, como una única masa letal, implacable e imparable. Es el comienzo de un subgénero: El de los grupos de niños homicidas.

La novela y su adaptación

En los años 70 se produjo un pequeño boom literario de niños malignos, con algunas obras destacables que fueron trasladadas a la gran pantalla: El otro (1971), de Robert Mulligan, El exorcista (1971), de William Friedkin, o La profecía (1976) de Richard Donner, fueron un éxito de taquilla y cambiaron el panorama del cine fantástico a nivel mundial.
En España, un joven escritor de nombre Juan José Plans, publica El juego de los niños (1976), y poco tiempo después un avispado director devora su novela mientras una bombilla (O una calabaza) se ilumina en su cabeza. El realizador se llama Narciso Ibáñez Serrador y lleva un tiempo buscando una idea que este relacionada con el lado oscuro de la infancia: “Yo adoro a los niños, pero precisamente por su inconsciencia, pueden rozar la crueldad” . De hecho, Chicho ya había tratado con críos aviesos en dos de sus Historias para no dormir  : Los bulbos (1964)  y La bodega (1966).
 ¿Quién puede matar a un niño? se estrenó en 1976. Proporcionó unos buenos ingresos en taquilla, pero no llegó a las cotas de La residencia (1969), su anterior film. Sin embargo, se distribuyó fuera de España y obtuvo reconocimiento internacional, a pesar de ser prohibida en varios países debido a su polémico contenido, infanticidios incluidos.
La película narra la historia de una pareja de turistas extranjeros que viajan de vacaciones a España, en concreto a la ficticia isla de Almanzora. Una vez allí, descubren que el lugar está desierto, los adultos parecen haber desaparecido y sólo se ven a unos cuantos niños comportándose de un modo extraño.
En realidad los niños han asesinado a casi todos los adultos y están dispuestos a hacer lo mismo con los turistas. Los niños se mueven en grandes grupos, pero se desplazan como uno solo; no hablan, ríen y cometen los actos más atroces como si todo formara parte de un juego. La película no explica el por qué de su comportamiento, pero lo intuimos gracias a un comienzo donde vemos varias imágenes documentales que hablan de guerras y hambrunas, y en las que los niños son siempre las victimas. En la novela, un profesor Premio Nobel de Medicina, dejaba entrever que era la propia naturaleza la que utilizaba a los niños para vengarse de una humanidad que amenazaba con aniquilar el planeta:
“Y tal vez por ello la naturaleza acabe presentando una batalla biológica en contra nuestra, con la finalidad de hacer desaparecer esos cien millones de toneladas de protoplasma humano que le acarrean tantos disgustos. Para ello nada mejor que aunar a todas las especies contra la nuestra o, simplemente, crear una nueva especie con la misión de dar fin a la humana.”
El director español se sirvió de este apunte para que los menores actuasen como si se hubieran convertido en una raza distinta, dispuesta a destruir a los adultos por todas las vejaciones sufridas. Paradójicamente, la película de Chicho está claramente influenciada por Los pájaros (1960) de Alfred Hitchcock,  y a lo largo del film se pueden encontrar varios homenajes al film del maestro del suspense.
Sin embargo, Chicho decidió que el detonante para su film sería otra de las divagaciones del profesor; una en la que señalaba una posible venganza  de los niños contra los adultos: “Quizás los niños, siempre víctimas inocentes de los odios de los mayores, se habían cansado. Y, unidos, dispuestos a eliminar, a borrar de la faz de la Tierra a cuantos no fueran ellos.”
A pesar de estar rodada a plena luz del día, ¿Quién puede...?  tiene la gran cualidad de ser una cinta angustiosa, tensa, brutal. Hay escenas explícitas, sangrientas, macabras, y que responden a la pregunta del título del film cuando el protagonista decide defenderse para salvar su vida y la de su mujer. El realizador nacido en Uruguay crea un ambiente opresivo y único, y nos lega para el recuerdo algunas secuencias tan impactantes como aquella en la que los niños utilizan a un hombre de piñata improvisada. Nadie hasta esa fecha se había atrevido a mostrar a unos niños aparentemente normales como un grupo homogéneo de homicidas, y menos haciendo las cosas que hacen en este film.


2 comentarios:

  1. Excelente artículo. Se me han abierto el apetito de ver niños asesinos. Tal vez incluso convierta a los bástagos de "Esperanza de Vida" es traviesos homicidas.

    Raúl

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  2. Ja,ja,ja, no estaría mal, desde luego los hijos de Vicente y Marta podrían ser realmente letales...

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