viernes, 15 de marzo de 2013

SCOTT ADKINS: El nuevo rey del cine de acción (II)


Entre las dos secuelas de Invicto, Adkins intervino en varios proyectos, uno de ellos junto a Van Damme, El patrullero (2008), con el que repetiría en Juego de asesinos (2011) y en Los mercenarios 2 (2012). También intervino en pequeños papeles para películas de gran presupuesto (Lobezno, El ultimátum de Bourne), y por último encabezó un reparto por primera vez en Ninja (2009), un film ajustado para Adkins,  que no obtuvo mucho éxito pero que resulta un ámeno pasatiempo (Adkins ya prepara su secuela). Y así llegamos a sus últimos trabajos, los que deberían lanzar una carrera en el cine de acción que ya se prometía difícil cuando empezó, dado que, aparte de Statham y Willis, en los últimos años ningún actor de acción ha conseguido  atraer al público a las grandes salas. 

La primera, Soldado universal: Day of reckoning, no es que vaya a romper la taquilla, pero cuenta con un trio (Van Damme, Adkins, Lundgren) lo suficientemente llamativo como para venderse bien en muchos países a través de formatos domésticos. Entre estos países no debe incluirse  España, quien sabe si porque no renta invertir en un país con tanto piratilla. Ocurre que, una vez vista, quien sabe si muchos fans de estos actores no se habrán sentido estafados. 
 
Y es que cuando un fan de Van Damme acude a ver una de sus cintas, en la que además aparecen Lungren y Adkins, espera que haya tortas, malos sin dos dedos de frente y un argumento simple y mascadito. Casi todo lo contrario de lo que podemos encontrar en una secuela que no parece una secuela, sino todo lo contrario.
 ¿Por dónde empezar? Es complicado. ¿Se puede afirmar que Day of reckoning es un film de acción con una trama compleja?, ¿Es acaso el primer largometraje de lo que podría ser un nuevo género, algo así como cine de autor de acción? Pues puede que las dos preguntas tengan una respuesta afirmativa, ya que lo que sí se puede concluir es que John Hyams (No Florentine) quería hacer una película distinta, con una estética oscura, surrealista, bizarra, que contuviese acción pero también un mensaje y un estudio de personajes; quería rodar un film con forma y fondo, así que el bueno de Hyams tiró de referentes y se preguntó: ¿Por qué voy a inventarme algo nuevo si ya está inventado? Y, ay, no se le ocurrió otra cosa que usar de espejo una cima del séptimo arte como Apocalipse Now. Pero es que no sólo la uso de espejo, sino de calco, porque hay tantas referencias directas al film de Coppola, tantos plagios estéticos y narrativos que cualquiera que ame el cine acaba abochornado ante tanto dislate. Y lo peor (O mejor) es que ahí no acaban los gustos cinéfilos de este Hyams desatado, ya que se atreve a  crear atmósferas oníricas que recuerdan mucho a Lynch, con lo que el potaje puede resultarle intragable o indigesto a más de uno.

Si uno acepta barco como animal de compañía, o lo que es lo mismo, a Van Damme como Coronel Kurtz, puede pasar un rato entre anodino y entretenido, pues el film tiene unos cuantos atractivos, entre los que destacan, sobretodo, unas (Pocas) peleas salvajes y magníficamente rodadas, donde sale a flote el verdadero talento del hijo de Peter Hyams. Adkins da patadas como nadie y también se ajusta a su papel sin aspavientos y con naturalidad, siendo el mejor parado de la santa trinidad Soldadiesca. De Van Damme y Lundgren, mejor no hablar. El guión no se sostiene ni con una grua, pero tiene algunos elementos interesantes centrados en el personaje de Adkins y en la resolución del conflicto.
Desde luego hay que saludar el atrevimiento de Hyams,  ojalá otros siguieran su ejemplo de intentar hacer algo diferente, a pesar de lo fallido del resultado.

El que suscribe prefiere ver este tipo de película a,  por ejemplo, lo último que ha rodado Adkins: El gringo. La película de Eduardo Rodriguez es el típico subproducto de serie B, apañado, moderniqui (Con sus presentaciones de personajes tipo Feast) pero mediocre y poco sugestivo. Aquí Adkins es presentado como un héroe de acción todoterreno: Dispara, pelea y salta mientras liquida a treinta malos por minuto. No se le da mal este nuevo rol. Se mueve con soltura y puede llevar las riendas de una película de este tipo con solvencia, hasta ahí, no problemo. Pero si Adkins quiere triunfar más allá de los circuitos caseros,  debería saber elegir con más acierto sus futuros proyectos.

 Una película como El gringo no aporta nada a su carrera, más bien todo lo contrario. Vale que es una peli resultona, la producción es decente y el argumento, a pesar de ser flojo, no contiene demasiados disparates. Pero a estas alturas Adkins necesita un film que no se parezca a otros mil similares de los que se editan a lo largo del año

El gringo satisfará a los que busquen un film de acción al uso: un antihéroe muy duro, malos muy malos, chica escultural y un pueblo fronterizo. Acción en grandes cantidades y un happy end típico y tópico. Ni más ni menos. Esperemos que nuestro mamporrero actual favorito (Con permiso de Statham) sepa acertar en la próxima ocasión, aunque también es verdad que tiene pendiente un film de dudosa calidad que no promete demasiado: Re-kill.
 
En todo caso, seguro que tenemos a Adkins para rato. Que no decaiga.


sábado, 2 de marzo de 2013

ESTRENOS DVD

Vamos con el comentario de un par de films estrenados en las últimas semanas.

            

TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN

We need to talk about Kevin, Director: Lynne Ramsay, Reparto: Tilda Swinton, Ezra Miller, John C. Reilly.
 

Adaptación de la novela homónima de Lionel Shriver. Eva, una mujer satisfecha consigo misma, es autora y editora de guías de viaje. Casada desde hace años con Franklin, un fotógrafo que trabaja en publicidad, decide, con casi cuarenta años y tras muchas dudas, tener un hijo. Así nacerá Kevin. Pero, ya desde el principio, empiezan a surgir dificultades...
 
He descubierto, con algo de retraso, una de las sorpresas del cine independiente del año pasado. Tenemos que hablar de Kevin agrega una interesante variante al cine de psicópatas; la historia de un ser amoral nos es contada desde el punto de vista de la madre del mismo, y es sumamente atrayente asistir al crecimiento de un futuro asesino desde sus primeros pasos, mientras la madre asiste impotente a la formación de un individuo implacable.
Ciertos sectores de la crítica acusaron a su directora de imponer su metafórico, apabullante y en ocasiones confuso estilo visual por encima de la historia. No les voy a quitar toda la razón, ya que el comienzo, más que confuso, resulta algo torpe, y puede echar para atrás a unos cuantos espectadores poco pacientes. 

Ramsay pone demasiado énfasis visual en momentos irrelevantes y no termina de sacar partido a un par de escenas fundamentales, las cuales habrían engrandecido un film ya de por si notable. A pesar de estos inconvenientes, parece incuestionable el talento de Ramsay, pues si el film es diferente, es gracias a esas continuas metáforas narrativas, a las que se suman unas elegantes elipsis y una creación de atmósferas a medio camino entre Lynch y Malick. 
 
Tenemos que hablar… se construye a base de un rompecabezas de flashbacks, intrincado al principio, apasionante a ratos, satisfactorio al final. Tilda Swinton es una actriz acostumbrada a papeles atormentados y extremos, pero aquí da un paso más allá encarnando a un personaje muy difícil, lleno de unos demonios interiores que no puede exteriorizar y que la obligan a dar lo mejor de su repertorio interpretativo. El resto del reparto aprueba con nota, aunque el personaje de John C. Reilly hubiera merecido más desarrollo.
Una película que ha tenido poca publicidad, escaso éxito, y
que hubiera merecido mayor reconocimiento en los festivales a los que acudió. Una directora a seguir de cerca, sobre todo si se deja de mirar un poco el ombligo artístico.


                 

MATALOS SUAVEMENTE
 
Killing them softly, Director: Andrew Dominik, Reparto: Bradd Pitt, Richard Jenkins, Scott Mcnairy.
La mafia se siente amenazada cuando unos desconocidos asaltan a los asistentes a una partida de póker. Los capos acuden al investigador Jackie Cogan (Brad Pitt) para encontrar a los culpables, responsables de una serie de robos a casinos protegidos por los propios mafiosos. Sin embargo, la misión de Cogan se complica entre indecisos, estafadores de segunda, asesinos cansados... y la situación comienza a degenerar poco a poco.

 
Sin mucho (O con mucho) temor a equivocarme, me aventuro a afirmar que, en manos de otro director, Killing them softly hubiera sido un mal hibrido entre una película de Ritchie y otra de Tarantino. Diálogos rápidos -a veces mareantes-, personajes fuera de la ley con puntos de vista peculiares sobre lo que hacen y por qué lo hacen, violencia expuesta con crudeza pero visualmente atractiva… Todos esos tics que han terminado intoxicando el cine negro moderno se pueden encontrar en este film dirigido por Andrew Dominik, quien ya mostrase maneras en El asesinato de Jesse James a manos del cobarde Robert Ford.
Dominik vuelve a parecer un alumno aventajado, un director con un lenguaje propio que tan pronto te rueda una buena escena de tensión (El robo) como filma con maestría un asesinato a punta de pistola desde un coche. Por ese motivo me dio la sensación de que aquí no termina de exprimir las virtudes que demostraba en su primer film.

Es posible que el problema sea un guion que nos suena demasiado, y que da la sensación de que también le sonó al propio Dominik, que parece poner el piloto automático en algunas secuencias. Como muestra sirva el primer encuentro entre Pitt y Gandolfini en un restaurante, donde podemos asistir, estupefactos, a una cantidad de errores de racord pocas veces visto en una gran pantalla. Si lo hubiera hecho adrede no le hubiera quedado mejor. Una lástima, porque además el personaje de Gandolfini acaba siendo sorprendentemente desaprovechado.

 
Dicho esto, no creo que estemos ante una producción desdeñable, ni mucho menos. Es un film entretenido, vistoso, bien ambientado; y el argumento, aunque con poca garra, te mantiene atento durante el metraje; todo el mérito para el buen hacer de su director, que le saca partido a Pitt, a los dos ladrones que encarnan los actores Mcnairy y Mendelsohn, y que marca un ritmo que no decae a lo largo de la cinta. Además, la trama también cuenta con una novedosa crítica a la crisis mundial, que termina encajando gracias a la última y acertada intervención de Pitt.
 
En resumidas cuentas, Matalos suavemente me parece un film irregular en conjunto, que se queda corto. Quizás por no tener la suficiente enjundia, quizás por las altas expectativas que había levantado el segundo trabajo de un director llamado a realizar proyectos más ambiciosos