martes, 2 de diciembre de 2014

CINE Y COLONIALISMO INGLÉS II: Zulú y Kartum

Los hechos de Zulú (1964), de Cy Endfield, acontecen al día siguiente de la batalla de Isandhlawana, en concreto los días 22 y 23 de Enero de 1879. Rorke´s Drift era una estación misionera en la provincia de Natal. Contaba con una fuerza de unos ciento cincuenta soldados y quinientos nativos.
La mañana del 22 de Enero el asentamiento es alertado de la masacre del día anterior, confirmándoles además que existían muchas posibilidades que el siguiente objetivo de los Zulúes fuera Rorke´s Drift.
 Los tenientes John Chard (Stanley Baker) y Gonville Bromhead (Michael Cane) meditan la posibilidad de salir de allí, pero la misión cuenta con un Hospital ocupado por numerosos heridos, que hubieran ralentizado y entorpecido la huida. 

A pesar de tener en contra la opinión de algunos, los mandos apuestan por defender el asentamiento y esperar a los refuerzos.
Cuando se confirma que el ejército Zulú se aproxima, la mayoría de soldados nativos y varios soldados británicos desertan –más de uno muere a manos de sus propios compañeros-, reduciendo la fuerza inglesa a casi la mitad.

Los Zulúes cuentan con un ejército de entre tres mil y cuatro mil hombres; curiosamente ninguno de ellos había participado en la contienda de Isandhlawana. Los tenientes ingleses preparan la estrategia a seguir, y comprenden que no podrán defender el perímetro exterior del lugar ante tanta superioridad numérica; deciden construir una empalizada interior con la que protegerse en caso de necesidad.
El asedio es inmediato y da comienzo una batalla que durará hasta el día siguiente, dando como resultado una sorprendente “victoria” británica. 


Para no destripar demasiado el “cómo” una fuerza tan inferior consiguió sobrevivir, decir que buena parte de aquel milagro se produjo gracias a la estrategia y a la superior ventaja armamentística británica.
 En uno de los momentos clave del combate, se abrió fuego con descargas cerradas (de una vez por batallón, compañía o sección) que mermaron de forma considerable al enemigo Zulú.
Los números son esclarecedores: 27 muertos (67 según otras fuentes) en el bando británico, mientras que alrededor de 351 zulúes (más de 500 según otras fuentes) perdieron la vida durante la batalla.

La película de Cy Endfield cuenta los hechos históricos con rigor, pero al contrario de lo que pasaba en Amanecer..., aquí sí que se percibe cierta exaltación patriótica en favor del ejército británico, dejando a los zulúes como una fuerza enemiga que parece sacada de Asalto a la comisaría del distrito 13.
Endfield también profundiza en los personajes que habitan la Misión, de ese modo consigue que los enfrentamientos sean más vibrantes y emocionantes, aunque siempre estemos en el lado inglés. Tampoco hay que desmerecer el apartado técnico, que nos obsequia con una excelente fotografía y grandes momentos de batalla (Véase toda la parte final).

Stanley Baker y Cane se muestran eficaces y solventes en sus papeles, y el elenco de secundarios enriquece un guión si acaso demasiado estirado (148 minutos), que en su primera parte habría requerido algún corte.
Zulú es cine bélico de calidad, sabe conjugar la historia con la épica, traslada al espectador la sensación de angustia y encierro que vivieron los soldados y lo mezcla con escenas de combates muy bien rodadas.
Por poner un pero aparte de su duración, al final de la película Endfield se salta la veracidad de los hechos para entronar al heroísmo británico sin ningún tapujo.
  
Quizás tampoco hubiera estado mal sacar un rotulo explicando como acabaron algunos de los soldados condecorados por aquella acción:
olvidados o muertos en la miseria.

En todo caso la batalla de Rorke´s Drift está considerada uno de los grandes hitos militares de la historia, y como toda relato que cuenta con dos bandos, cada uno lo ve desde el punto de vista que más le interesa.

La guerra anglo-zulú terminó el 4 de Julio de 1879 con la batalla de Ulundi, en la que Lord Chelmsford se vengó de la humillación militar de Isandhlawana, aplastando al ejército zulú y obligando al rey Cetswayo a huir. 



Pocos años después en otra parte de África se iniciaba la guerra anglo-Egipcia, que acabaría en 1882 con un protectorado británico en aquel territorio. Por aquel entonces se produjo una rebelión de fuerzas Sudanesas, al mando de El Mahdi, un autoproclamado líder musulmán que decía haber sido elegido por Alá para apoderarse de todo el continente.
Los británicos no querían una guerra con Sudán, por lo que pidieron al gobierno Egipcio que evacuase a todos sus súbditos del país sudanés.
El general Gordon, hombre místico y con muy buena reputación en Sudán, tuvo el difícil encargo de ir a Jartum y sacar a los egipcios que allí quedaban. 

Gordon era partidario de acabar con El Mahdi antes de que su ejército creciese y fijase su vista en Egipto, pero la corona británica se opuso a esta petición. Gordon también pidió el envío de tropas a Jartum, ya que insistía que el ejército de El Mahdi estaba cerca de las puertas de la ciudad y no daría tiempo a evacuar a todos los egipcios. Algunas fuentes apuntan que Gordon permaneció adrede demasiado tiempo en Jartum, a la espera de los batallones ingleses.

Y es que gracias a su fama como negociador, Gordon logró presionar a Inglaterra para que enviase un ejército, pero la intención de la corona nunca fue llegar a Jartum a atacar a los Mahdistas.
El asedio dio comienzo en 1884, y Gordon defendió la ciudad como pudo, con un contingente de siete mil hombres egipcios contra cincuenta mil sudaneses.

Para los que quieran ver la película sin conocer el desenlace, dejaré dicho comentario al final del artículo.
Kartum (1966), fue dirigida por Basil Dearden y Eliot Elisofon, si bien se atribuye todo el mérito al veterano Dearden, artesano inglés proveniente de los estudios Ealing.
Nominada al mejor guión, es precisamente en ese aspecto donde el film tiene sus mejores aciertos. Kartum resulta un interesante documento histórico, pero ante todo brilla en la relación de los personajes, especialmente con esos dos monstruos de la gran pantalla que eran Charlton Heston y Laurence Olivier.
El encuentro inventado entre Gordon (Heston) y Mahdi (Olivier) es con mucho lo mejor de la película, un duelo interpretativo de altura, aderezado con una línea de diálogos afilados e inteligentes.
Kartum también funciona a la hora de explicar los mecanismos que utilizó Gordon para negociar con las diferentes partes. La trama del intento de salvar la ciudad consigue atraer al espectador, y a ratos convierte la cinta en una especie de thriller.
Sin embargo Dearden cojea en un apartado fundamental cuando hablamos de un film bélico. De las tres secuencias de enfrentamientos que hay en esta producción, apenas se salva la primera.
El director inglés hace mal uso de las pantallas verdes, comete varios fallos de racord y no consigue dotar de emoción el asedio final, breve y mal narrado.
Aún así los elementos negativos no terminan de eclipsar el producto final; estamos ante una película recomendable, llena de elementos de interés y muy entretenida.

¿Y qué ocurrió en Jartum?
Jartum cayó aplastada bajo el poderío Sudanés el 26 de Enero de 1885; todos los soldados fueron liquidados, el General Gordon murió con una lanza clavada en el corazón, después fue decapitado y su cabeza fue llevada a la presencia de El Mahdi. Aquí terminaba la película.

Seis meses después El Mahdi moría de tifus y su ejército se debilitó.
En 1898, y en venganza por la muerte de Gordon, una tropa inglesa acabó con las fuerzas Mahdistas en la batalla de Omdurman.
Más tarde, Lord Kitchener, quien lideró durante esta contienda a las fuerzas inglesas, desenterró los restos de El Mahdi y convirtió su cráneo en un tintero.


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