viernes, 26 de diciembre de 2014

Las 10 mejores películas de terror de 2014



Este ha sido un buen año para el cine de terror, sobretodo a nivel independiente. Las productoras de Hollywood nos han vendido más de lo mismo, esto es, cansinas secuelas o spin-offs de éxitos de años anteriores. Hay está Annabelle, La matanza de texas 3d, The purge: Anarchy(tiene un pase) o Paranormal activity: los señalados. ¿Es posible que la mejor secuela del año en USA fuera Sharknado 2? ¿Por qué no? Es casi tan divertida como la primera.
Afortunadamente el cine de bajo presupuesto y otras cinematografías como la canadiense nos han atrapado con un buen racimo de historias escalofriantes, si bien yo personalmente no diría que hay entre ellas una obra mayúscula.
He seleccionado diez, pero podían haber sido algunas más. 
No he contado películas de ciencia-ficción con elementos terroríficos (Coherence, Under the skin), ni dramas turbios, extraños o violentos (la estupenda Proxy o la perversa Cheap Thrills). Tampoco he incluido cintas que aunque se han estrenado este año (Byzantium, Found) son de fecha de producción de 2012.


10.TRECE PECADOS
Este film ha pasado de puntillas por donde ha ido, pero me parece un thriller de terror más que sugerente. Se le puede achacar su estilo Saw, pero la historia genera un inusitado interés que la desmarca de otras imitaciones.
Un hombre necesitado de dinero entra en un macabro juego en el que tendrá que ir cumpliendo unas misiones aparentemente absurdas, cada vez más macabras y desconcertantes. 
El director de El último exorcismo copia muy bien de aquella a la hora de construir al personaje principal. Si allí teníamos a un cura chulo y tramposo que nos dejaba con la boca abierta, aquí congeniamos con un tipo sencillo e introvertido que se ve envuelto en un lío que no tiene vuelta atrás, y gracias a él el relato te mantiene en vilo. 

Stamm también introduce un agradecido sentido del humor, con el que consigue situaciones bastante particulares. Y encima el desenlace no resulta una tomadura de pelo, saltándose las normas de productos macabros similares.
No es Seven, pero se puede recomendar a los fans de cualquier tipo de thriller.


9.WER
Otra producción más rodada al estilo cámara en mano. Estamos ante otro giro a las películas de un monstruo clásico, en este caso los hombres lobo. Se trata de colocar a un hombre lobo rural en medio de la ciudad y ver como salen las cosas.
El resultado es caos, muerte y destrucción, nada nuevo, pero todo está bien contado y no te deja ni un respiro, haciendo que los agujeros del guión no se noten mucho. No es de las mejores pelis de nuestros peludos amigos, pero sí que es la más aceptable que se ha rodado sobre el tema en años. Ideal para ver en una sesión Grindhouse con The Afflicted, que es lo mismo pero con vampiros.

8. DEAD SNOW 2 
Mejor que su predecesora, en parte gracias a las tablas que Wirkola ha adquirido desde entonces. Dead snow 2 es más grande y más loca, tiene más gore y acción, pero también es un producto más compacto que la primera parte. La historia es demencial, pero si entras en el juego te das cuenta de que los engranajes construidos por su director funcionan a las mil maravillas.
Hay buen ritmo, situaciones bastante creativas e hilarantes y mucha mala idea. Para ver con unos cuantos amigos y pasar un rato muy divertido. Ah, y el final me pareció de diez.



7.LIBRANOS DEL MAL 
Scott Derrickson cierra su trilogía sobre el diablo con el film más flojo de los tres. Era complicado que volviese a estar a la altura de la estupenda El exorcismo de Emily Rose, pero aún más difícil era superar el mal rollo que contienen muchas de las imágenes de Sinister.
Libranos del mal se queda un poco a medias, ya que intenta moverse entre las aguas del policiaco, el terror y la historia basada en hechos reales, y no termina de cuajar en ninguna.

Pero a pesar de esto la película es honesta con lo que cuenta, tiene a dos muy buenos actores al frente y Derrickson vuelve a dejarnos pegados a la butaca en más de una secuencia.
Solo la primera media hora ya justifica su visionado, especialmente en esa escena que tiene como marco un zoológico de noche. Chapeau.

 
6.THE BABADOOK 
Suele ocurrir. Una producción australiana que llega auspiciada por crítica y público, y patatín, patatán.
 Y empieza la película y te dices, joer, esto va a ser un peliculón del quince. Y pasan los minutos y su director te pone los pelos de punta en un par de momentos, y los actores están estupendos, y hay varias dobles lecturas sobre lo que ocurre, todo muy freudiano, psicológico-sexual y tal. Pero ay, a medida que avanza, también empiezas a tener la sensación de que la cosa no va más allá, de que el terror se va a convertir en cuento, y que el cuento te va a dejar un sabor agridulce.

Y así ocurre cuando llega el final, y no sabes muy bien si aplaudir o –como decía Stephen King tras ver el final de Los chicos del maíz- encogerte en tu asiento y dejarte caer palomitas encima de la cabeza.


5.THE POSSESSIÓN OF MICHAEL KING
La premisa no parecía augurar nada bueno. Mezcla de Found footage y trama de posesiones, bajo presupuesto y actores desconocidos. Todo sonaba a explotation de la saga de los Paranormaloides, pero sorpresa, sorpresa, nos encontramos con un producto muy apañado y entretenido.
El personaje interpretado con fina ironía por Shane Johnson dota a la historia de un interés que no suelen tener este tipo de películas.

 La buena interpretación del actor hace que nos creamos los problemas por los que atraviesa este descreído, que se meterá en mil asuntos para intentar demostrar que el mundo de lo demoníaco es un bluff; naturalmente, acabará descubriendo -o no- que todo es más complicado de lo que parece.
Inquietante y resultona.


4.SHOCK VALUE
Otra encomiable producción rodada con cuatro duros en EEUU, y muy poco conocida por estos pastos. Un director de cine de series B chantajea a un psicópata para que sea el protagonista de su próximo despropósito.
Hay sátira, hay un humor muy negro, y algunas escenas violentas, pero donde marca la diferencia este film es en la interpretación de Anthony Bravo como asesino metido a actor, todo un descubrimiento.
 También se agradece que el guión no tire de lugares comunes y que la trama tenga los suficientes giros para mantenerte enganchado.
Muy digna y uno de los más gratos descubrimientos de este año.


3.SOLO LOS AMANTES SOBREVIVEN
Jim Jarmusch es un director muy personal, con un sello autoral propio que lo diferencia dentro del cine independiente. Sus películas suelen ser pausadas, a veces lentas, para los habituados a productos comerciales simplemente aburridas. Puede contarte un Western, una de samuráis o como en el caso de esta, una de vampiros, pero su estilo siempre está presente, y si no te gusta, búscate otra peli. 
Solo los amantes... es una nueva visión acerca del vampirismo, cercana a la decadencia de Entrevista con el vampiro, pero más urbana que aquella, lo que le da una mayor sensación de realismo. La novedad radica en que vemos vampiros cansados de la vida eterna, hastiados, aburridos, deprimidos por la sabiduría que los ha vuelto políticamente correctos. 

El ritmo de Jarmusch se ajusta al guión y el argumento engancha durante la primera parte del film, gracias a una soberbia fotografía, a un plantel de actores excepcional y a un sutil sentido del humor que incluye referencias literarias muy ingeniosas.

En la segunda parte del film da la sensación de que no nos quieren contar mucho más, y cuando la trama se complica –muy levemente, no hay apenas mordiscos-, lo hace por lugares que ya hemos visitado antes, cayendo en lo previsible hasta la parte final; ahí Jarmusch cierra su película de forma elegante.
Solo los amantes... puede ser irregular, sí, y lenta, pero es aconsejable para los amantes del buen cine de vampiros.
  

2.BENEATH
Uno de los temas recurrentes del último cine de género (y del otro también) es el de tratar de confundir al espectador para que no sepa si lo que el personaje está viviendo es real o una creación de su mente. Son ya demasiadas las películas que se apuntan a este juego, y aunque casi siempre resulta una premisa atractiva, si no funciona puede ocurrir que a la media hora de metraje estés deseando que acabe el suplicio.
En ese aspecto Beneath aprueba con holgura, ya que une el relato psicológico con una experiencia asfixiante de unos mineros que se quedan atrapados en una mina con muy poco oxigeno. A esto se suma la sensación de que no están solos allí abajo. 

Buen reparto entre los que sobresalen Kelly Noonan y Jeff Fahey, y lo mejor de todo, una sobresaliente ambientación que nos sumerge en el interior de una mina como pocas veces antes hemos visto.

No es mejor que The Descent, pero sí que pueden compartir una excelente sesión doble de angustia bajo tierra.



1.OCULUS
Puede parecer sorprendente que anteponga este título a otros con mayor pedigrí como The Babadook, pero es que realmente Oculus me parece una película que exprime a fondo todas sus virtudes, que no son pocas. Una obra que alberga varias capas de lectura, que cuenta con secuencias inquietantes y que obliga al espectador a no perderse un detalle. Lo que podría parecer la típica historia de espejo maldito se convierte en una acertada vuelta de tuerca a los films de... no lo digo para no destripar la sorpresa, porque hay que decir que hay momentos en los que no sabes realmente qué tipo de película estás viendo.
Un notable para Flanagan, que a nivel técnico consigue imágenes y planos muy potentes sin caer en tópicos y sustos fáciles.

Si hay que ponerle alguna pega es que te puedes perder en la trama y quizás te cueste encontrarte. Quizás haga falta más de un visionado para saber si lo que nos ha tratado de vender Flanagan es oro o una baratija; a mi esta primera vez me ha dejado una sensación parecida a la que tuve al ver Triangle, ese diabólico bucle de celuloide que parece trascender lo fílmico para adquirir una entidad narrativa propia.
 
No tengo duda de que tendré que acercarme a este espejo en alguna ocasión más para saber si me equivoco o no, pero me llevaré una botella de agua y una manzana, por si acaso.
Por otro lado me llama la atención la poca repercusión de un film como este, que le da unas cuantas vueltas a casi todas las pelis festivaleras vistas este año por nuestra península.


Con la cantidad de propuestas que hemos podido disfrutar este año, podría haber escrito otra lista con otros tantos títulos merecedores de incluirse en esta. Vayamos con una pocas más: tenemos la salvajemente entretenida Wolf Creek 2, a la que lo único  que habría que objetarle es que nuestro querido psicópata australiano ya empieza a parecerse a Freddy Krueger.

 Lo último de sobrevaloradisimo Ti West, The Sacrament, merece al menos una mención, ya que sin ser una joya, es su mejor film de largo, el más acorde a su “particular”-por llamarlo algo- estilo.
 También se produjeron algunos esperados retornos, con resultados algo decepcionantes. Son los casos de Rec 4, de Balagueró, Au yeux des vivants de Maury y Bustillo, y  All Cheerleaders die, de Lucky Mckee. Las tres bien dirigidas y nada desdeñables, pero con guiones que no terminan de funcionar y que te dejan con ganas de más, o en el caso de Rec, de un poco menos de acción y de más terror. 

Destacar la frescura y originalidad de Afflicted, algunos números musicales de la desigual pero diferente Stage Fright (que nadie se pierda la canción de los títulos de crédito finales) o las convincentes interpretaciones de la poco conocida pero estimulante Honeymoon. Oh, y me olvidé de Horns, lo último de Aja, que a pesar de su irregularidad es un producto atrevido y al menos diferente.
En resumen, un gran año con infinidad de terrores más que decentes.
 
 Honeymoon

 Stage fright

 Horns

martes, 16 de diciembre de 2014

CINE Y COLONIALISMO INGLÉS IV: Tres lanceros Bengalíes


Tres lanceros Bengalíes (1935), de Henry Hathaway, también se podría situar en el mismo tempo histórico que La india en llamas,  cuando las fuerzas inglesas se las veían y deseaban para mantener la estabilidad a lo largo de sus fronteras.
La película está basada en la “supuesta” autobiografía del soldado, aventurero y escritor Francis Yeats-Brown, según las críticas un libro mal escrito, con algunos toques fantasiosos y exagerados que hacen pensar que el amigo Francis le echó bastante imaginación a su periplo en el regimiento de Bengalíes.
El argumento gira alrededor de las peripecias de tres soldados ingleses en el regimiento 41º de Bengala, durante el levantamiento en armas de un tal Mohammed khan, uno de los rajás que se sublevaron en aquellos años.


El alger ego de Yeats-Brown en el film es el personaje que interpreta Richard Cromwell, el joven hijo del coronel del regimiento que se traslada a la India para intentar estar a la altura del padre. Pero el chico es bastante díscolo, se enamora de una muchacha que viaja con el rajá y acaba secuestrado por este cuando decide traicionar a los ingleses. Los personajes encarnados por Gary Cooper y Franchot Tone irán en su rescate, aún a sabiendas de estar incumpliendo las ordenes de sus superiores.

Este excelente film de aventuras con toques de comedia es uno de los mejores que dirigió el no menos excelente Henry Hathaway; el guión es una delicia y la labor de dirección del realizador de El jardín del diablo es muy sólida.
Hathaway era un maestro en la puesta en escena y un magnífico director de actores; además aquí logra el perfecto equilibrio entre comedia y cine bélico, haciendo que los pasajes menos realistas de la biografía de Yeats-Brown se conviertan en acertadas secuencias cómicas, gracias sobretodo a las soberbias interpretaciones del trío de lanceros: Cooper, Tone y Cromwell.
Especialmente hay que reseñar la actuación de Cooper, que en aquel año alcanzaba ya el estatus de estrella absoluta de Hollywood.
Tampoco se quedan atrás los secundarios del film, con el siempre caballeresco C. Aubrey Smith y Guy Standing a la cabeza.

Tres Lanceros Bengalíes se sube al carro de una etapa del cine norteamericano que no tenía problemas en ensalzar el colonialismo inglés (55 días en Pekín) y satanizar al enemigo musulmán. 

Aunque hay que dejar de lado –que no olvidar- estas cuestiones políticamente incorrectas para no enturbiar el disfrute del film, la película también tiene sus mensajes positivos, ya que trata de valores antaño fundamentales, como el honor, el valor o el compañerismo, cuestiones que curiosamente fuera del ámbito castrense –y quizás también dentro de él- están cada día, y desgraciadamente, más olvidadas.

Por último, cabe mencionar también las –escasas- escenas de  acción; especialmente en la parte final, la película rebosa emoción y espectacularidad, y en estos aspectos –bueno, y en los otros todavía menos- no tiene nada que envidiar a cualquier producción actual Hollywoodiense. Muy recomendable.

Volviendo a los acontecimientos históricos, decir que los postreros años del colonialismo estuvieron marcados por la creciente determinación del pueblo Indio de lograr su independencia. A finales del siglo XIX los indios empezaban a entrar en los concejos provinciales y a principios del siglo XX surgió la figura clave de Mohandas Gandhi, político y pensador que consiguió movilizar a las masas para protestar contra el colonialismo británico.

Tras la intervención de la India en la Segunda Guerra Mundial,
estalló una confrontación entre hinduistas y musulmanes, ya que La Liga musulmana estaba dispuesta a crear un estado musulmán en Pakistan. Las protestas se convirtieron en disturbios, y estos se cobraron más de cinco mil víctimas, por lo que la corona británica –debilitada después de la guerra- decidió conceder la independencia al país, pero eso sí, dividiendo la India en dos.
Gandhi, a pesar de que iba a lograr su ansiado sueño, se opuso a la propuesta de separación; finalmente el 14 y 15 de Agosto de 1947 nacieron los dos estados soberanos de la India y Pakistan.
Terminaba así un largo período de dominación Británica marcado por un colonialismo feroz, que dejó a la India sumida en un caos social, religioso y económico del que tardaría en recuperarse.

Como decía al principio de estos artículos, las grandes industrias del cine nos han mostrado casi siempre la cara amable de este imperialismo, siendo el africano o el indio el principal damnificado.
Aún así esto no debe ser impedimento para valorar un tipo de cine de aventuras que –en general- buscaba más el entretenimiento y el disfrute del espectador que la propaganda imperialista.
En la cartera se han quedado varios títulos de interés (Rebelión en la India, La jungla en armas, etc) no tan conocidos como otros (La carga de la brigada ligera, Las cuatro plumas) pero también merecedores de una revisión.


  

miércoles, 10 de diciembre de 2014

CINE Y COLONIALISMO INGLÉS III: La India en llamas



Pasamos de África a la India colonial, con películas que utilizan el contexto histórico como vía para ofrecer cine de aventuras puro y duro.
La India sufrió la colonización europea desde el siglo diecisiete. Aunque los Portugueses tuvieron el honor de ser los primeros occidentales en abrir rutas comerciales allí, enseguida se sumaron otros países como Francia e Inglaterra, que a la postre fueron los que a principios del siglo dieciocho lucharon por quedarse con el pastel hindú.

Finalmente los ingleses ganaron la partida y se hicieron con el control de la India, dividiéndola en tres territorios: La India, Pakistán y Bangladesh.
En 1857, y tras años de ahogar a los indios con impuestos mientras sus materias primas se exportaban fuera, se produjo la rebelión de los cipayos, soldados indios a la ordenes del gobierno británico.
Las causas de esta rebelión son complejas, pero en suma se puede decir que fueron resultado del colonialismo político, social y religioso que los ingleses imponían sobre la sociedad India. Si bien algunas fuentes argumentan que fue una “guerra libertadora”, no hubo una sublevación total del pueblo indio, debido a la falta de un objetivo común y a las diferentes motivaciones que tenía cada región del país.

En el caso de los cipayos, la gota que colmó el vaso fue la negativa de estos a utilizar unos cartuchos que estaban fabricados con piel de cerdo, lo cual fue un insulto a su religión.

La guerra subsiguiente dejó miles de muertos y un amplio listado de brutalidades cometidas por ambos bandos, como el exterminio de pueblos enteros, con mujeres y niños incluidos. 
Los rebeldes fueron perdiendo terreno y finalmente se rindieron en Julio de 1858.
A partir de entonces La India perdió su autonomía y pasó a ser parte de la Corona británica.

Los desacertados gobiernos posteriores –menos en materia de infraestructuras-, hicieron que surgiera un nuevo espíritu nacionalista, de carácter musulmán, y reforzado por la revolución Rusa de 1905. En un periodo donde hubo constantes levantamientos musulmanes da comienzo el film que aquí tuvo el incomprensible título de La india en llamas (1959), de J. Lee Thompson.

North West Frontier comienza cuando el maharajá -temiendo ser atacado por los musulmanes- pide al Capitán Scott (Kenneth More) que conduzca a su hijo heredero a la residencia del gobernador inglés en Haserabad.
Scott y la preceptora del niño (Lauren Bacall) consiguen huir con el niño antes de que el maharajá sea asesinado.
Pero Hasebarad también está bajo ataque de los rebeldes, y los protagonistas de nuestra historia se ven obligados a salir de la ciudad subidos a una vieja locomotora que tiene el nombre de La emperatriz de la India.

 
Junto a ellos, y en un solo vagón, parten una serie de personajes pintorescos, entre los cuales se haya alguien que no es lo que parece.

Sin duda la mejor película de Thompson tras El cabo del terror (1962), un director al que es inevitable no cogerle cariño, pues durante muchos años fue el encargado de realizar los mejores filmes de Charles Bronson (Yo soy la justicia, Al filo de la medianoche, etc), además de dejarnos la muy ochentera y correcta Cumpleaños mortal (1981).

A North West Frontier se le podría encasillar en un sub-género de trenes o de personas dependientes de un medio de transporte. Más próxima a La Diligencia (1930), de John Ford, que al Salario del miedo(1953), de Clouzot o al Tren (1964), de Frankenheimer.
El film se mueve dentro del relato de aventuras, sí, pero también tiene toques de humor y abundante suspense.
Como ocurría en el clásico de Ford, importan más los personajes que la acción, aunque esta no deje de estar presente. Y es que el camino de huida de este tren y su pasaje estará sembrado de múltiples peligros.

La puesta en escena es muy sugerente, tanto en exteriores como en interiores, y entre el reparto casi todos los actores tienen su momento de lucimiento; puede que cada espectador tenga su favorito. En mi caso me pareció delicioso ese maquinista indio que nunca pierde la sonrisa, o el anciano caballero inglés que intenta acercar posturas cuando surgen chispas entre parte del pasaje y el hosco periodista interpretado con convicción por Herbert Lom.
Quizás la algo tópica relación de los protagonistas sea lo menos interesante del argumento, aunque Moore mantiene el tipo y Bacall cumple con nota en uno de los momentos más duros del film.

Thompson elige el tono adecuado para cada secuencia, aunque personalmente me quedo con las escenas de suspense, que en algún pasaje sí me recordó a la obra maestra de Clouzot.
La india en llamas no aporta nada históricamente, pero tampoco ofende ni es ningún panfleto sobre el colonialismo.
Cinematográficamente quizás le falte hondura dramática para ser una gran película, pero es cine de aventuras eficaz, tremendamente entretenido y que no toma el pelo al espectador; es, en suma, un cine que se ve con nostalgia porque sabe a irrecuperable.



martes, 2 de diciembre de 2014

CINE Y COLONIALISMO INGLÉS II: Zulú y Kartum

Los hechos de Zulú (1964), de Cy Endfield, acontecen al día siguiente de la batalla de Isandhlawana, en concreto los días 22 y 23 de Enero de 1879. Rorke´s Drift era una estación misionera en la provincia de Natal. Contaba con una fuerza de unos ciento cincuenta soldados y quinientos nativos.
La mañana del 22 de Enero el asentamiento es alertado de la masacre del día anterior, confirmándoles además que existían muchas posibilidades que el siguiente objetivo de los Zulúes fuera Rorke´s Drift.
 Los tenientes John Chard (Stanley Baker) y Gonville Bromhead (Michael Cane) meditan la posibilidad de salir de allí, pero la misión cuenta con un Hospital ocupado por numerosos heridos, que hubieran ralentizado y entorpecido la huida. 

A pesar de tener en contra la opinión de algunos, los mandos apuestan por defender el asentamiento y esperar a los refuerzos.
Cuando se confirma que el ejército Zulú se aproxima, la mayoría de soldados nativos y varios soldados británicos desertan –más de uno muere a manos de sus propios compañeros-, reduciendo la fuerza inglesa a casi la mitad.

Los Zulúes cuentan con un ejército de entre tres mil y cuatro mil hombres; curiosamente ninguno de ellos había participado en la contienda de Isandhlawana. Los tenientes ingleses preparan la estrategia a seguir, y comprenden que no podrán defender el perímetro exterior del lugar ante tanta superioridad numérica; deciden construir una empalizada interior con la que protegerse en caso de necesidad.
El asedio es inmediato y da comienzo una batalla que durará hasta el día siguiente, dando como resultado una sorprendente “victoria” británica. 


Para no destripar demasiado el “cómo” una fuerza tan inferior consiguió sobrevivir, decir que buena parte de aquel milagro se produjo gracias a la estrategia y a la superior ventaja armamentística británica.
 En uno de los momentos clave del combate, se abrió fuego con descargas cerradas (de una vez por batallón, compañía o sección) que mermaron de forma considerable al enemigo Zulú.
Los números son esclarecedores: 27 muertos (67 según otras fuentes) en el bando británico, mientras que alrededor de 351 zulúes (más de 500 según otras fuentes) perdieron la vida durante la batalla.

La película de Cy Endfield cuenta los hechos históricos con rigor, pero al contrario de lo que pasaba en Amanecer..., aquí sí que se percibe cierta exaltación patriótica en favor del ejército británico, dejando a los zulúes como una fuerza enemiga que parece sacada de Asalto a la comisaría del distrito 13.
Endfield también profundiza en los personajes que habitan la Misión, de ese modo consigue que los enfrentamientos sean más vibrantes y emocionantes, aunque siempre estemos en el lado inglés. Tampoco hay que desmerecer el apartado técnico, que nos obsequia con una excelente fotografía y grandes momentos de batalla (Véase toda la parte final).

Stanley Baker y Cane se muestran eficaces y solventes en sus papeles, y el elenco de secundarios enriquece un guión si acaso demasiado estirado (148 minutos), que en su primera parte habría requerido algún corte.
Zulú es cine bélico de calidad, sabe conjugar la historia con la épica, traslada al espectador la sensación de angustia y encierro que vivieron los soldados y lo mezcla con escenas de combates muy bien rodadas.
Por poner un pero aparte de su duración, al final de la película Endfield se salta la veracidad de los hechos para entronar al heroísmo británico sin ningún tapujo.
  
Quizás tampoco hubiera estado mal sacar un rotulo explicando como acabaron algunos de los soldados condecorados por aquella acción:
olvidados o muertos en la miseria.

En todo caso la batalla de Rorke´s Drift está considerada uno de los grandes hitos militares de la historia, y como toda relato que cuenta con dos bandos, cada uno lo ve desde el punto de vista que más le interesa.

La guerra anglo-zulú terminó el 4 de Julio de 1879 con la batalla de Ulundi, en la que Lord Chelmsford se vengó de la humillación militar de Isandhlawana, aplastando al ejército zulú y obligando al rey Cetswayo a huir. 



Pocos años después en otra parte de África se iniciaba la guerra anglo-Egipcia, que acabaría en 1882 con un protectorado británico en aquel territorio. Por aquel entonces se produjo una rebelión de fuerzas Sudanesas, al mando de El Mahdi, un autoproclamado líder musulmán que decía haber sido elegido por Alá para apoderarse de todo el continente.
Los británicos no querían una guerra con Sudán, por lo que pidieron al gobierno Egipcio que evacuase a todos sus súbditos del país sudanés.
El general Gordon, hombre místico y con muy buena reputación en Sudán, tuvo el difícil encargo de ir a Jartum y sacar a los egipcios que allí quedaban. 

Gordon era partidario de acabar con El Mahdi antes de que su ejército creciese y fijase su vista en Egipto, pero la corona británica se opuso a esta petición. Gordon también pidió el envío de tropas a Jartum, ya que insistía que el ejército de El Mahdi estaba cerca de las puertas de la ciudad y no daría tiempo a evacuar a todos los egipcios. Algunas fuentes apuntan que Gordon permaneció adrede demasiado tiempo en Jartum, a la espera de los batallones ingleses.

Y es que gracias a su fama como negociador, Gordon logró presionar a Inglaterra para que enviase un ejército, pero la intención de la corona nunca fue llegar a Jartum a atacar a los Mahdistas.
El asedio dio comienzo en 1884, y Gordon defendió la ciudad como pudo, con un contingente de siete mil hombres egipcios contra cincuenta mil sudaneses.

Para los que quieran ver la película sin conocer el desenlace, dejaré dicho comentario al final del artículo.
Kartum (1966), fue dirigida por Basil Dearden y Eliot Elisofon, si bien se atribuye todo el mérito al veterano Dearden, artesano inglés proveniente de los estudios Ealing.
Nominada al mejor guión, es precisamente en ese aspecto donde el film tiene sus mejores aciertos. Kartum resulta un interesante documento histórico, pero ante todo brilla en la relación de los personajes, especialmente con esos dos monstruos de la gran pantalla que eran Charlton Heston y Laurence Olivier.
El encuentro inventado entre Gordon (Heston) y Mahdi (Olivier) es con mucho lo mejor de la película, un duelo interpretativo de altura, aderezado con una línea de diálogos afilados e inteligentes.
Kartum también funciona a la hora de explicar los mecanismos que utilizó Gordon para negociar con las diferentes partes. La trama del intento de salvar la ciudad consigue atraer al espectador, y a ratos convierte la cinta en una especie de thriller.
Sin embargo Dearden cojea en un apartado fundamental cuando hablamos de un film bélico. De las tres secuencias de enfrentamientos que hay en esta producción, apenas se salva la primera.
El director inglés hace mal uso de las pantallas verdes, comete varios fallos de racord y no consigue dotar de emoción el asedio final, breve y mal narrado.
Aún así los elementos negativos no terminan de eclipsar el producto final; estamos ante una película recomendable, llena de elementos de interés y muy entretenida.

¿Y qué ocurrió en Jartum?
Jartum cayó aplastada bajo el poderío Sudanés el 26 de Enero de 1885; todos los soldados fueron liquidados, el General Gordon murió con una lanza clavada en el corazón, después fue decapitado y su cabeza fue llevada a la presencia de El Mahdi. Aquí terminaba la película.

Seis meses después El Mahdi moría de tifus y su ejército se debilitó.
En 1898, y en venganza por la muerte de Gordon, una tropa inglesa acabó con las fuerzas Mahdistas en la batalla de Omdurman.
Más tarde, Lord Kitchener, quien lideró durante esta contienda a las fuerzas inglesas, desenterró los restos de El Mahdi y convirtió su cráneo en un tintero.