jueves, 27 de noviembre de 2014

CINE Y COLONIALISMO INGLÉS I: Amanecer Zulú


Si repasásemos unos cuantos ejemplos sobre colonialismo en el cine, enseguida nos daríamos cuenta de que casi siempre los colonizadores son los buenos de la película, mientras los colonizados son una panda de salvajes monstruosos que no merecen vivir en una sociedad “civilizada”.

Esta imagen manipulada sobre lo que significa el colonialismo viene principalmente impulsada por cinematografías anglosajonas que también utilizaban –y, bueno, utilizan- el cine para colonizar a los espectadores.

Es cierto que no han sido los únicos, pero cuando hablamos de cine y colonialismo es inevitable hablar de indios y vaqueros -más que colonización fue extermino-, de la legión extranjera y sobretodo del imperio británico, en su día el mayor imperio colonial del mundo.

Como para abarcar toda la filmografía realizada al respecto -y contextualizarla con los hechos históricos- haría falta más de un libro, voy a centrar los próximos artículos en el llamado siglo imperial británico (1815-1914) para hablar de algunas cintas bélicas destacables, pero hoy en día un tanto olvidadas o menospreciadas.

Durante el siglo diecisiete y dieciocho los ingleses se habían dedicado a controlar las costas africanas por motivos comerciales, pero a comienzos del diecinueve empezó la expansión europea al interior, e Inglaterra no fue menos.
La entrada del imperio británico en África dio como resultado dos cruentas guerras: la guerra anglo-zulú (1879) y la guerra de los Bóeres, acontecida en dos periodos:1880-1881 y 1899-1902.

Precisamente el problema Zulú dio comienzo cuando los Bóeres (una etnia de origen germánico-holandés) asentados en la república de Natal, tuvieron que renunciar a su independencia en beneficio de la corona británica, que buscaba organizar una federación de estados. La mayoría de los Bóeres emigraron al norte, y Natal –anterior territorio Zulú- quedó en manos inglesas.

Los zulúes dominaban la mayor parte del Sur de África, algo que incomodaba al imperio y que creó tensiones desde el principio de su llegada a Natal. En 1878, un alto comisionado inglés exigió al rey de los zulúes, Cetswayo, el control de las fronteras y la protección de los colonos, a lo que el mandatario zulú se negó. El problema fronterizo se venía arrastrando desde los Bóeres, ya que Cetswayo había provocado varios incidentes atacando a colonos. Pero la excusa británica para invadir Zululand fue mínima, y tras dar un ultimátum al pueblo zulú en el que se pedía la disolución de su ejército, los ingleses decidieron acabar con la amenaza indígena antes de recibir respuesta.

De las dos películas que se rodaron sobre el conflicto –Zulú(1964) y Amanecer Zulú(1979)- la segunda es la que narra la batalla de Isandhlawana, la primera confrontación importante y verdadero descalabro del ejército inglés.

Amanecer Zulú, de Douglas Hickox, es una superproducción inglesa de corte claramente antibelicista. la película se centra primero en explicar los motivos del conflicto, después en la preparación de los contendientes y finalmente en la mencionada batalla acaecida el 22 de Enero de 1879. 


El 11 de Enero el ejército inglés, comandado por Lord Chelmsford (Peter O´toole) entra en Zululand y acampa al lado del monte Isandhlawana. El comandante Durnford –personaje interpretado por Burt Lancaster- patrulla la zona y el comandante Henry Pulleine (Delhom Elliot) se encarga de organizar el asentamiento.

Chelmsford, un personaje soberbio y con ansias de gloria, decide ir en busca de los zulúes dividiendo su poderosa maquinaria de guerra. Chelmsford parte con una numerosa fuerza militar y deja en el campamento de Isandhlawana a unos mil quinientos hombres, todos en manos de Henry Pulleine, un comandante inexperto.

Pronto el campamento es asediado por el ejército Zulú, compuesto por más de veinte mil hombres armados con lanzas y fusiles. La derrota inglesa es aplastante, a pesar de la defensa de contar con un mejor armamento y preparación.

El director Douglas Hickox rueda con elegancia y realismo, destacando en la primera parte de la película como nos muestra las relaciones de los mandos ingleses y el avance de las tropas en territorio enemigo.
El rigor histórico es encomiable, y aunque Hickox no termina de humanizar a los zulúes, nos sentimos cercanos a ellos gracias a las deplorables actitudes de sus enemigos, que desde un primer momento menospreciaron su poder militar.

El apartado técnico es más que correcto y la gran de cantidad de extras utilizados dotan al film de la espectacularidad que los hechos históricos requerían. A destacar los desplazamientos de masas zulúes –como cuando Durnford descubre el ejército Zulú- realmente sobrecogedores en algunas secuencias.

En el debe del film se puede decir que  se echa en falta una mayor profundización en los personajes principales; si bien Burt Lancaster y Peter O´toole imprimen carácter a sus papeles, no consiguen ser relevantes en la historia, quizás fallo de un guión al que le faltan diálogos y situaciones con más empaque.

Desde luego donde Hickox pone toda la carne en el asador es en la batalla y sus preparativos, magnífico ejemplo de cómo situar la cámara para crear un in crecendo que explota con el avance de las tropas zulús sobre el campamento.
Hickox hace algo que en apariencia puede parecer fácil: que el espectador entienda donde está cada enemigo en cada momento y que además se llegué a entender como funcionan las tácticas utilizadas por cada fuerza. Hickox hace esto con solvencia, y logra un notable alto en la última media hora de película.

En Amanecer Zulú no hay una épica heroica ni un triunfador moral, no hay moraleja; solo el rostro implacable y terrible de la guerra, que une en la muerte a vencedores y vencidos.

martes, 4 de noviembre de 2014

RESUMEN DE LA MANO, FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO Y DE TERROR DE ALCOBENDAS (Segunda parte)


En la sección de cortometrajes a competición hubo un estimable nivel en general, y hay que destacar que a la selección final llegaron numerosos trabajos realizados en nuestro país.
Como hice el año pasado vamos de lo mejor a lo menos mejor.
Typist, de Sergei Vlasov es un corto de ciencia-ficción con un estupendo planteamiento, que juega con habilidad con los dilemas morales que se plantea toda buena historia de ciencia-ficción.
Un corto que convence al espectador a través de la historia y de una excelente puesta en escena. Y sin efectos especiales.

Por debajo de este corto Israelí situaría varios títulos más que aceptables. Nada S.A, de Caye Casas y Albert Pintó, es una lúcida sátira del mundo laboral actual; trata sobre un hombre que es contratado por una empresa para no hacer nada. 

Mordaz y sencillo, la historia consigue mantener la atención gracias a la progresión dramática del personaje principal, al que imprime su personalidad un gran Emilio Gavira, y con el que es complicado no sentirse identificado.

Canis, de Marc Riba y Anna Solanas, es un trabajo de animación salvaje y cruel, respira depresión por todos sus poros, y sin embargo no puedes apartar los ojos de la pantalla. Canis es un corto incomodo, que sabes que no puede acabar bien, pero fascinante y atrayente en casi toda su duración. Se nota el laborioso curro de animación que hay detrás.
No podía faltar el típico producto de sustos, y Lights out, de David F. Sandberg, cumple las expectativas más exigentes produciéndote escalofríos desde el segundo tres. Breve y eficaz. Un escalón por debajo se podría situar Timothy, de Marc Martinez, bien dirigido y con mala leche, pero con un final algo manido.

Cólera, de Aritz Moreno me pareció también un corto llamativo, basado en una historia corta de Richard Corben, contiene cierto espíritu de comic de la E.C que hace que resulte un producto curioso y simpático, sin más pretensiones.


Varias propuestas iban de lo friki a lo surrealista. Star Wars, Holo xperience, de Miguel A.S Cogolludo y Santiago Hernández, es un fan homenaje a la serie de Lucas, agradable aunque algo alargado, que se beneficia de un final de lo más chocante. 
Chigger Ale, de Fanta Ananas, es un corto surrealista muy bien rodado en el que nos metemos en la piel de un tipo negro y contrahecho que se viste de Hitler y vende discos pirata de Beyoncé. Una rayada atrevida y sugestiva.

No podían faltar los zombies, y en The Working dead, de Fernando González, vemos unos muertos vivientes corporativos que también sufren la crisis en sus propias carnes podridas. Tiene un par de puntos y poco más.


Aparte de Canis, también vimos otros cortos animados, como el correcto y expresionista Candyhearts, de Joan Martínez Jiménez, el algo infantil pero emocionante Orbitas, de Jaime Maestro, y Shine 3d, un ingenioso y sangriento tour de force con marionetas.

Entre lo más reseñable tampoco puedo dejar de nombrar el polémico Tygris, de Jacob Chelkowski, que aunque es flojo en conjunto, contiene algunas imágenes difíciles de olvidar. También difícil de olvidar es el trabajo que Ferreiro y Díaz han realizado con su This is Joe, un cariñoso y sentido homenaje a la figura de Joe Shuster.

Entre lo más flojo del festival, y sin ser tampoco algo despreciable, dejo títulos como No mires ahí, de Daniel Romero, From the Future with Love, K Michel Parandi, y Pity, de John Pata.
Este es el Palmarés final en las distintas categorías:

Mejor audio relato: Cuando las luces parpadean, de Jordi Armisen
Mejor relato: La noche de la rosa, de Salva Rubio
Mejor guión de cortometraje: Juegos, de Guillermo Estrada
Mejor cortometraje: Typist, de Sergey Vlasov
Mejor largometraje: Shock Value, de Douglas Rath
Mención especial del jurado para el largometraje Time Lapse, de Bradley King

Hasta el año que viene.



RESUMEN DE LA MANO, FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO Y DE TERROR DE ALCOBENDAS (Primera parte)




La segunda edición de La Mano cerró sus puertas con sensaciones muy positivas, y con la impresión de que se ha dado un gran salto desde la edición anterior. No solo se ha elevado el nivel de calidad de los largos y de los cortos a competición, si no que también se ha notado el ascenso de público y la mayor difusión en los medios.

Además el Festival ha contado con variadas actividades, como un taller de maquillaje, conferencias, charlas con los directores y sesiones de películas de Nollywood a través de  la Cinecicleta, que de forma muy resumida consiste en un sistema para proyectar películas a pedaladas, esto es, a través de una bicicleta que hace de motor del proyector.

Uno de los grandes aciertos de La Mano este año fue iniciar el Festival con Braindead -un clásico del terror que no ha perdido un ápice de frescura- y contar con la presencia de Diana Peñalver, que nos brindó una charla muy amena y con anécdotas geniales sobre el rodaje del film.

Vamos con la sección de largometrajes a competición. El primer día asistimos al pase de All Hallows Eve (2014), de Damien Leone.
Esta producción se circunscribe dentro de esa constante ola nostálgica que intenta recuperar el sabor del cine de terror de los setenta y ochenta.
Ambientes malsanos, imagen envejecida, grabaciones en Vhs, y mucha, mucha sangre y mal rollo.
La obra de Leone aprueba en todos esos apartados, pero naufraga un tanto en el guión. All Hallows eve se estructura en varios sketches, y ninguno es especialmente memorable. El esquema de las historias es un tanto repetitivo: personajes femeninos huyendo para salvar sus vidas. Se echa en falta más imaginación y se llega a añorar aquellos filmes de historias de los ochenta que no solo eran efectos especiales.

Lo mejor de la película con diferencia es el personaje del payaso, quien sirve de hilo para unir los sketches y quién logra inquietarnos con cada aparición que hace, rematándolas con un terrorífico final.
 La segunda jornada contó con Proxy (2014), de Zack Parker, y Wax (2014), de Victor Matellano.
Proxy se podría catalogar como un drama psicológico con toques surrealistas. Tiene un ritmo pausado, una trama imprevisible, y varios momentos de gran impacto. Parker se muestra como un buen narrador, y especialmente durante la primera parte de la película consigue desubicarnos, nos saca de nuestra zona de confort y hace que nos revolvamos en nuestro asientos.

 Proxy es una cinta muy inquietante que habla de muchas cosas, pero sobretodo de una sociedad enferma que se autodestruye creyendo saber el por qué. Las motivaciones de los personajes son tan demenciales como todo lo que nos ofrece esta alineada sociedad de consumo. Una maquinaria inhumana que justifica la mentira, el odio al prójimo y la sinrazón con tal de conseguir el éxito.
Como apuntaba antes, la película tiene dos partes, y quizás en la segunda el listón no se mantiene; el interés decrece y hay momentos que nos quedamos a la deriva, pero en conjunto es una de las mejores películas independientes del año, más allá de su género.

Wax es el primer film dirigido por Victor Matellano, quien ya había dirigido algunos cortos y documentales sobre el género (Tío Jess, Zarpazos).
La película transcurre en un museo de cera durante una noche, y homenajea al cine clásico de Mad doctors, y en especial a Los crímenes del museo de cera.
Lo mejor de la función lo encontramos en el personaje de Jack Taylor, que se mete en la piel de un malvado cirujano que se dedica a comerse a sus víctimas tras provocarles unas escabrosas torturas.
Desgraciadamente las apariciones del Doctor Knox son insuficientes para insuflar vida a una película desangelada, con un guión poco inspirado que para una mejor ingesta hubiera necesitado de más humor y auto parodia.
Su corta duración se hace larga, y el giro final, aunque coherente, no salva los muebles.
Pudimos ver el trailer del próximo trabajo de Matellano, Vampyres, y en mi opinión parece prometedor.

El Miércoles 29 llegaron Found (2013), de Scott Schimer, y Chimeres (2014), de Olivier Beguin. 
  
Una de las películas más esperadas era Found, que llegaba avalada por público y crítica.
Desde luego, lo que ha hecho Scott Schimer tiene mérito por partida doble. Por una parte rodar un film con ocho mil dólares de presupuesto, y por otro, hacer que ese presupuesto no solo no se note demasiado, sino que además acabe por hacer una cinta con un buen acabado técnico.
Y lo mejor de todo es que por encima de su factura, Found cuenta con un guión muy trabajado, que tiene varias capas de lectura que la hacen un film que pueda gustar a gente no aficionada al terror, y eso a pesar de las diversas brutalidades que hay a lo largo del metraje.
Schimer no se corta un pelo a la hora de mostrar escenas cruentas, y el gore está mostrado de una forma creativa que te impresiona aún más.
Si hay que ponerle alguna pega, se podría decir que algunos actores rozan lo muy amateur, y eso hace que la película pierda fuerza y credibilidad en varias fases del argumento.
El final es para quitarse el sombrero.

Chimeres es un fim modesto que juega bien sus escasas bazas. La premisa es original: después de un accidente, un hombre recibe una transfusión con una sangre contaminada que lo empieza a transformar en un vampiro. La pareja del chico intentará ayudarlo durante su conversión.
 La relación entre los dos protagonistas es creíble, aunque el guión se empeñe en llevarles la contraria con algunas inverosimilitudes.
El buen trabajo de los actores y la pequeña pero eficaz intriga funcionan hasta mitad del visionado, cuando Beguin se saca de la chistera a una banda-secta que hace que el film se convierta en una mala adaptación de Double Dragón.
Eso sí, la parte final, con sus peleas y sangres, está bien rodada, y el desenlace no deja mal sabor de boca, a pesar del ajo.

El Jueves llegó el día de dos premieres Europeas: Time Lapse (2014), de Bradley King, y Shock Value (2014) de Douglas Rath.
La única producción de ciencia-ficción a concurso de La Mano alcanzó las expectativas puestas en ella, y aún con un presupuesto minúsculo, demostró que con actores competentes y una buena idea se puede hacer ciencia-ficción inteligente.
Para no contar mucho sobre su trama –mejora su visionado si no sabes de qué va- la película trata el siempre apasionante tema de las paradojas temporales, y con apenas dos escenarios, crea una intriga al estilo Hitchcock, con muchos detalles de los que hay que estar pendientes.

Esos mismos detalles que te obligan a usar la materia gris para seguir la historia, también juegan en contra del film cuando llega la hora de la resolución, pues quedan flecos mal explicados o poco coherentes.
Si pasas por alto esas cuestiones, y no te planteas algunos cambios poco creíbles que se producen en los personajes principales, disfrutarás de un film bien interpretado y correctamente dirigido.

Shock Value venía al Festival como toda una incógnita. La película apenas es conocida por estos lares, y hubo quien la llegó a confundir con un reciente documental sobre los cortos que dirigieron John Carpenter y Dan O´Bannon.
El argumento, por demencial, no puede ser más atrayente: un director de cine chantajea a un psicópata para ser la estrella de su próximo film de terror.
Visto así, desde luego su director tenia entre manos un material peliagudo, altamente inflamable si no se conseguía encontrar el tono adecuado.
Humanizar la figura de un psicópata siempre es un tema delicado, y hay que darle la enhorabuena a Rath por hacerlo sin caer en los tópicos; gracias a un muy pertinente humor negro, llegamos a empatizar con el personaje interpretado por Anthony Bravo, un asesino solitario manipulado por un agresivo director para rodar una película barata e infumable.
Nunca mejor dicho, Bravo por Bravo, que resulta un actor sorprendentemente sobrio en este papel. El resto del reparto no desentona, y hay varias secuencias bien dialogadas muy eficaces.
A pesar de un final un tanto convencional, Shock Value es un producto por encima de la media, que encuentra su valor en lo equilibrado de su mezcla, en sus idas y venidas del terror al humor.
Particularmente delirantes son los pasajes en los que están rodando la película ficticia, un cariñoso homenaje al meta cine barato.

Hasta aquí la sección oficial. El Viernes 31 su pudo ver E.t, el extraterrestre (1982), de Steven Spielberg en una sesión infantil, y para cerrar el Festival se proyectó The Figurine, una de las películas con más presupuesto del reciente cine de Nollywood.