martes, 4 de noviembre de 2014

RESUMEN DE LA MANO, FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO Y DE TERROR DE ALCOBENDAS (Primera parte)




La segunda edición de La Mano cerró sus puertas con sensaciones muy positivas, y con la impresión de que se ha dado un gran salto desde la edición anterior. No solo se ha elevado el nivel de calidad de los largos y de los cortos a competición, si no que también se ha notado el ascenso de público y la mayor difusión en los medios.

Además el Festival ha contado con variadas actividades, como un taller de maquillaje, conferencias, charlas con los directores y sesiones de películas de Nollywood a través de  la Cinecicleta, que de forma muy resumida consiste en un sistema para proyectar películas a pedaladas, esto es, a través de una bicicleta que hace de motor del proyector.

Uno de los grandes aciertos de La Mano este año fue iniciar el Festival con Braindead -un clásico del terror que no ha perdido un ápice de frescura- y contar con la presencia de Diana Peñalver, que nos brindó una charla muy amena y con anécdotas geniales sobre el rodaje del film.

Vamos con la sección de largometrajes a competición. El primer día asistimos al pase de All Hallows Eve (2014), de Damien Leone.
Esta producción se circunscribe dentro de esa constante ola nostálgica que intenta recuperar el sabor del cine de terror de los setenta y ochenta.
Ambientes malsanos, imagen envejecida, grabaciones en Vhs, y mucha, mucha sangre y mal rollo.
La obra de Leone aprueba en todos esos apartados, pero naufraga un tanto en el guión. All Hallows eve se estructura en varios sketches, y ninguno es especialmente memorable. El esquema de las historias es un tanto repetitivo: personajes femeninos huyendo para salvar sus vidas. Se echa en falta más imaginación y se llega a añorar aquellos filmes de historias de los ochenta que no solo eran efectos especiales.

Lo mejor de la película con diferencia es el personaje del payaso, quien sirve de hilo para unir los sketches y quién logra inquietarnos con cada aparición que hace, rematándolas con un terrorífico final.
 La segunda jornada contó con Proxy (2014), de Zack Parker, y Wax (2014), de Victor Matellano.
Proxy se podría catalogar como un drama psicológico con toques surrealistas. Tiene un ritmo pausado, una trama imprevisible, y varios momentos de gran impacto. Parker se muestra como un buen narrador, y especialmente durante la primera parte de la película consigue desubicarnos, nos saca de nuestra zona de confort y hace que nos revolvamos en nuestro asientos.

 Proxy es una cinta muy inquietante que habla de muchas cosas, pero sobretodo de una sociedad enferma que se autodestruye creyendo saber el por qué. Las motivaciones de los personajes son tan demenciales como todo lo que nos ofrece esta alineada sociedad de consumo. Una maquinaria inhumana que justifica la mentira, el odio al prójimo y la sinrazón con tal de conseguir el éxito.
Como apuntaba antes, la película tiene dos partes, y quizás en la segunda el listón no se mantiene; el interés decrece y hay momentos que nos quedamos a la deriva, pero en conjunto es una de las mejores películas independientes del año, más allá de su género.

Wax es el primer film dirigido por Victor Matellano, quien ya había dirigido algunos cortos y documentales sobre el género (Tío Jess, Zarpazos).
La película transcurre en un museo de cera durante una noche, y homenajea al cine clásico de Mad doctors, y en especial a Los crímenes del museo de cera.
Lo mejor de la función lo encontramos en el personaje de Jack Taylor, que se mete en la piel de un malvado cirujano que se dedica a comerse a sus víctimas tras provocarles unas escabrosas torturas.
Desgraciadamente las apariciones del Doctor Knox son insuficientes para insuflar vida a una película desangelada, con un guión poco inspirado que para una mejor ingesta hubiera necesitado de más humor y auto parodia.
Su corta duración se hace larga, y el giro final, aunque coherente, no salva los muebles.
Pudimos ver el trailer del próximo trabajo de Matellano, Vampyres, y en mi opinión parece prometedor.

El Miércoles 29 llegaron Found (2013), de Scott Schimer, y Chimeres (2014), de Olivier Beguin. 
  
Una de las películas más esperadas era Found, que llegaba avalada por público y crítica.
Desde luego, lo que ha hecho Scott Schimer tiene mérito por partida doble. Por una parte rodar un film con ocho mil dólares de presupuesto, y por otro, hacer que ese presupuesto no solo no se note demasiado, sino que además acabe por hacer una cinta con un buen acabado técnico.
Y lo mejor de todo es que por encima de su factura, Found cuenta con un guión muy trabajado, que tiene varias capas de lectura que la hacen un film que pueda gustar a gente no aficionada al terror, y eso a pesar de las diversas brutalidades que hay a lo largo del metraje.
Schimer no se corta un pelo a la hora de mostrar escenas cruentas, y el gore está mostrado de una forma creativa que te impresiona aún más.
Si hay que ponerle alguna pega, se podría decir que algunos actores rozan lo muy amateur, y eso hace que la película pierda fuerza y credibilidad en varias fases del argumento.
El final es para quitarse el sombrero.

Chimeres es un fim modesto que juega bien sus escasas bazas. La premisa es original: después de un accidente, un hombre recibe una transfusión con una sangre contaminada que lo empieza a transformar en un vampiro. La pareja del chico intentará ayudarlo durante su conversión.
 La relación entre los dos protagonistas es creíble, aunque el guión se empeñe en llevarles la contraria con algunas inverosimilitudes.
El buen trabajo de los actores y la pequeña pero eficaz intriga funcionan hasta mitad del visionado, cuando Beguin se saca de la chistera a una banda-secta que hace que el film se convierta en una mala adaptación de Double Dragón.
Eso sí, la parte final, con sus peleas y sangres, está bien rodada, y el desenlace no deja mal sabor de boca, a pesar del ajo.

El Jueves llegó el día de dos premieres Europeas: Time Lapse (2014), de Bradley King, y Shock Value (2014) de Douglas Rath.
La única producción de ciencia-ficción a concurso de La Mano alcanzó las expectativas puestas en ella, y aún con un presupuesto minúsculo, demostró que con actores competentes y una buena idea se puede hacer ciencia-ficción inteligente.
Para no contar mucho sobre su trama –mejora su visionado si no sabes de qué va- la película trata el siempre apasionante tema de las paradojas temporales, y con apenas dos escenarios, crea una intriga al estilo Hitchcock, con muchos detalles de los que hay que estar pendientes.

Esos mismos detalles que te obligan a usar la materia gris para seguir la historia, también juegan en contra del film cuando llega la hora de la resolución, pues quedan flecos mal explicados o poco coherentes.
Si pasas por alto esas cuestiones, y no te planteas algunos cambios poco creíbles que se producen en los personajes principales, disfrutarás de un film bien interpretado y correctamente dirigido.

Shock Value venía al Festival como toda una incógnita. La película apenas es conocida por estos lares, y hubo quien la llegó a confundir con un reciente documental sobre los cortos que dirigieron John Carpenter y Dan O´Bannon.
El argumento, por demencial, no puede ser más atrayente: un director de cine chantajea a un psicópata para ser la estrella de su próximo film de terror.
Visto así, desde luego su director tenia entre manos un material peliagudo, altamente inflamable si no se conseguía encontrar el tono adecuado.
Humanizar la figura de un psicópata siempre es un tema delicado, y hay que darle la enhorabuena a Rath por hacerlo sin caer en los tópicos; gracias a un muy pertinente humor negro, llegamos a empatizar con el personaje interpretado por Anthony Bravo, un asesino solitario manipulado por un agresivo director para rodar una película barata e infumable.
Nunca mejor dicho, Bravo por Bravo, que resulta un actor sorprendentemente sobrio en este papel. El resto del reparto no desentona, y hay varias secuencias bien dialogadas muy eficaces.
A pesar de un final un tanto convencional, Shock Value es un producto por encima de la media, que encuentra su valor en lo equilibrado de su mezcla, en sus idas y venidas del terror al humor.
Particularmente delirantes son los pasajes en los que están rodando la película ficticia, un cariñoso homenaje al meta cine barato.

Hasta aquí la sección oficial. El Viernes 31 su pudo ver E.t, el extraterrestre (1982), de Steven Spielberg en una sesión infantil, y para cerrar el Festival se proyectó The Figurine, una de las películas con más presupuesto del reciente cine de Nollywood. 

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