miércoles, 6 de febrero de 2013

AMOR



Amour, 2012, Director: Michael Haneke, Reparto: Jean-Lous Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert.

Sinopsis: Georges y Anne, los ochenta cumplidos, son dos profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija también se dedica a la música, y vive en Londres con su marido británico. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, un lado de su cuerpo está paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba.

Seré sincero: En un futuro cercano no creo que vuelva a ver esta película de Haneke, como tampoco creo que de momento me apetezca revivir de nuevo films como Funny Games, La pianista o Cache; Quizás si revisione La cinta blanca, en mi opinión su mejor film, por una cuestión de detalles. No me malinterpreten (Ni me crean mucho), me encantan todas ellas, y Haneke es un director de obligada referencia, pero un film de Haneke es como una mala noticia. Una vez termina una de sus películas y se encienden las luces de la sala, te sientes como cuando te dicen que tu perro ha sido atropellado, como cuando te dan una carta de despido; Es como si tu novia te dijera que te ha dejado por otro, como si el médico te escupiese que te quedan tres meses de vida. Haneke te planta delante de una realidad tan cercana a ti que no puedes esquivarla, que te da de cara, que se te mete en las tripas. No es que sus filmes te dejen impactado durante un rato, si sólo fuera eso... No, se deslizan por tus pensamientos y se convierten en recuerdos vividos, tan vividos como si los hubieras experimentado tu mismo. Cada película de Haneke es una experiencia que entra a formar parte de ti, y es una experiencia casi siempre dura, desgarradora, sin concesiones.

Vale, quizás estoy exagerando, y tampoco soy de los que deshecho las películas porque reflejen una realidad que no queremos admitir o que no deseamos ver, pero quería expresar como me sentí tras ver Amor, pues opino que si uno llega a entrar en la película, la acaba sintiendo, aunque no por ello deje de admirar el “como” Haneke logra que la sintamos.

Está historia de la decrepitud de dos ancianos podría haber sido más dura visualmente, pero Haneke, como habitualmente suelen hacer los grandes, nos muestra sólo la superficie, para que nosotros tengamos que añadir lo demás, lo cual hace que el relato imaginado sea  más poderoso del que nos narra el film. Un ejemplo: Haneke es quizás el mejor director vivo utilizando los fuera de campo. Es una maravilla como crea tensión sin recurrir a artificios y piruetas de cámara, como nos obliga a pensar en lo que le ocurre a otro personaje en otra habitación.
Tampoco hay que dejar atrás el uso de los tiempos y el espacio que hace este director, o su dirección de actores: tremenda.
He leído algunas críticas que hablan de que Haneke ha rodado su film más tierno. Bueno, es posible que si lo comparamos con el resto de su filmografía sea cierto, pero vamos, que no se la recomiendo a los fanáticos de Disney, como tampoco lo haría a los que opinan que La roca es un film lento. Para el resto, imprescindible.

1 comentario:

  1. Amén, amigo mío, amén.
    Obra maestra desgarradora, limpia, brutal, cruda y preciosa, pero muy difícil de revivir (o revisionar).
    Es una historia de amor, sí, pero una historia de amor firmada por Haneke...

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