Pasamos
de África a la India colonial, con películas que utilizan el contexto histórico
como vía para ofrecer cine de aventuras puro y duro.
La
India sufrió la colonización europea desde el siglo diecisiete. Aunque los
Portugueses tuvieron el honor de ser los primeros occidentales en abrir rutas
comerciales allí, enseguida se sumaron otros países como Francia e Inglaterra,
que a la postre fueron los que a principios del siglo dieciocho lucharon por
quedarse con el pastel hindú.
Finalmente
los ingleses ganaron la partida y se hicieron con el control de la India,
dividiéndola en tres territorios: La India, Pakistán y Bangladesh.
En
1857, y tras años de ahogar a los indios con impuestos mientras sus materias
primas se exportaban fuera, se produjo la rebelión de los cipayos, soldados
indios a la ordenes del gobierno británico.
Las
causas de esta rebelión son complejas, pero en suma se puede decir que fueron
resultado del colonialismo político, social y religioso que los ingleses
imponían sobre la sociedad India. Si bien algunas fuentes argumentan que fue
una “guerra libertadora”, no hubo una sublevación total del pueblo indio,
debido a la falta de un objetivo común y a las diferentes motivaciones que
tenía cada región del país.

La
guerra subsiguiente dejó miles de muertos y un amplio listado de brutalidades
cometidas por ambos bandos, como el exterminio de pueblos enteros, con mujeres
y niños incluidos.
Los rebeldes fueron perdiendo terreno y finalmente se
rindieron en Julio de 1858.
A
partir de entonces La India perdió su autonomía y pasó a ser parte de la Corona
británica.
Los
desacertados gobiernos posteriores –menos en materia de infraestructuras-,
hicieron que surgiera un nuevo espíritu nacionalista, de carácter musulmán, y
reforzado por la revolución Rusa de 1905. En un periodo donde hubo constantes
levantamientos musulmanes da comienzo el film que aquí tuvo el incomprensible
título de La india en llamas (1959), de J. Lee Thompson.
North
West Frontier comienza cuando el
maharajá -temiendo ser atacado por los musulmanes- pide al Capitán Scott
(Kenneth More) que conduzca a su hijo heredero a la residencia del gobernador
inglés en Haserabad.
Scott
y la preceptora del niño (Lauren Bacall) consiguen huir con el niño antes de
que el maharajá sea asesinado.
Pero
Hasebarad también está bajo ataque de los rebeldes, y los protagonistas de
nuestra historia se ven obligados a salir de la ciudad subidos a una vieja
locomotora que tiene el nombre de La emperatriz de la India.
Junto
a ellos, y en un solo vagón, parten una serie de personajes pintorescos, entre
los cuales se haya alguien que no es lo que parece.
Sin
duda la mejor película de Thompson tras El cabo del terror (1962), un
director al que es inevitable no cogerle cariño, pues durante muchos años fue
el encargado de realizar los mejores filmes de Charles Bronson (Yo soy la
justicia, Al filo de la medianoche, etc), además de dejarnos la muy
ochentera y correcta Cumpleaños mortal (1981).
A
North West Frontier se le podría encasillar en un sub-género de trenes o
de personas dependientes de un medio de transporte. Más próxima a La
Diligencia (1930), de John Ford, que al Salario del miedo(1953), de
Clouzot o al Tren (1964), de Frankenheimer.
El
film se mueve dentro del relato de aventuras, sí, pero también tiene toques de
humor y abundante suspense.
Como
ocurría en el clásico de Ford, importan más los personajes que la acción,
aunque esta no deje de estar presente. Y es que el camino de huida de este tren
y su pasaje estará sembrado de múltiples peligros.

Quizás
la algo tópica relación de los protagonistas sea lo menos interesante del
argumento, aunque Moore mantiene el tipo y Bacall cumple con nota en uno de los
momentos más duros del film.
Thompson
elige el tono adecuado para cada secuencia, aunque personalmente me quedo con
las escenas de suspense, que en algún pasaje sí me recordó a la obra maestra de
Clouzot.
La
india en llamas no aporta nada
históricamente, pero tampoco ofende ni es ningún panfleto sobre el
colonialismo.
Cinematográficamente
quizás le falte hondura dramática para ser una gran película, pero es cine de
aventuras eficaz, tremendamente entretenido y que no toma el pelo al
espectador; es, en suma, un cine que se ve con nostalgia porque sabe a
irrecuperable.
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