Año: 2012, Director: Roman
Romanovskiy, Reparto: Vladimir Smirnov, Kristina Kazinskaya, Vladimir Frolov.
Sinopsis: Un joven científico está
tratando de evitar el servicio militar, así que escoge un servicio alternativo
y es enviado a educar niños a un orfanato suburbano, ubicado en una antigua
casa señorial. Pronto descubre que varias personas que trabajaron allí antes
que él murieron en extrañas circunstancias.
El Festival de cine “La mano” nos ha
brindado la oportunidad de conocer un film de terror ruso, un género poco
habitual por aquellos lares y casi desconocido en nuestro país. De esta última
década se podrían destacar las dos películas de Los guardianes de la noche y
el día, o la reciente Winter of the dead (2012).
Zveno -creo que significa
encadenado- se beneficia precisamente de lo exótico que resulta para nosotros
ver un film de miedo relacionado con la madre Rusia; aunque la película de Romanovskiy
se acerca bastante a un tipo de thriller sobrenatural que ya empieza a estar
pasado de moda (El orfanato, Gothica y mil más), atrae la novedad de las
circunstancias que rodean el relato, el comportamiento de los personajes y el
modo pausado de una cinematografía con un tiempo distinto al nuestro.

La trama va creciendo en interés,
y otros referentes del género no tardan en aparecer; el seguidor habitual al
género podrá encontrar paralelismos con films como Wicker man (1973) o
similares, aunque el misterio se revele bastante antes del desenlace y no sea,
ni mucho menos, tan impactante como el del clásico de Robin Hardy; muy al
contrario, es previsible, pero también acorde con las pistas dejadas a lo largo
del metraje.
Otro de los aciertos de la
película es el actor principal, Vladimir Smirnov; lleva el peso de la narración
sin problemas y consigue que nos metamos en su piel ante lo que se le viene
encima.
Sveno es un
film pequeño y no muy original en su totalidad, pero contiene partes sugerentes
e interesantes, y es un apreciable reflejo de un cine, el ruso, que también
tiene cosas que contar desde un punto de vista terrorífico.
Año: 2013, Director: Carlos Alonso,
Dídac Cervera,
Marta Díaz,
Laura García,
Eugeni
Guillem, Ander Iriarte,
Gerard Martí,
Marc Martínez,
Rubén Montero,
Arnau Pons,
Marc Pujolar,
Miguel
Sánchez, Reparto: Mario Marzo, Charlotte Vega.
Sinopsis: un grupo de jóvenes sale de excursión y pasa la
noche en un albergue abandonado, 12 Colinas. Los rumores del lugar dicen que,
cada 28 de diciembre, una maldición posee el edificio. Ignorando esta
advertencia, los protagonistas empezarán a ser víctimas de bromas macabras.
Tengo que admitir que tenía serias dudas sobre una
película dirigida por tanta gente de una escuela de cine. Después de verla mis
dudas se vieron confirmadas, pero hay que decir que Los inocentes tiene
el mérito de no desentonar en absoluto con cientos de otros productos que nos
llegan todos los días de Usa con mayores presupuestos. De hecho, este slasher
quizás sea el mejor de este subgénero rodado dentro de nuestras fronteras, y es
que hasta ahora la mayoría de intentos (quitando, quizás, Tuno negro)
por emular a Jason y compañía habían sido desastrosos, con títulos tan
delirantes como School killer o Xp3d.
Una de las primeras cosas que me llama la atención
es el parecido de este film con Slaughter High (1986), aquí
titulada El día de los inocentes. En aquella, un joven gafotas es
humillado y desfigurado por sus compañeros de clase; tiempo después, un grupo
de amigos entre los que se encuentran algunos de los culpables, se van a una
casa abandonada a pasar el día de los inocentes. Allí serán eliminados uno por
uno a través de bromas mortales. Desde luego existen parecidos con Los inocentes, pero puede que sea
pura coincidencia (El mundo del cine de terror es un pañuelo).
El inicio del film producido por la ESCAC es fresco
y tiene su gracia; hay soltura en los diálogos y naturalidad en los actores, a
pesar de que el guión cuenta con todos los estereotipos posibles: el friki, el
guaperas, la guarrilla, etc.
Desgraciadamente pierde fuelle y ritmo cuando
empiezan los asesinatos - casi todos ellos producidos en escenas aisladas- y
que convierten Los inocentes en un rutinario Body count sin demasiada
sangre y poco imaginativo.
En su último
tercio –cuando uno ya está deseando que acaben sus largos 70 minutos- la cosa
remonta algo el vuelo y termina con un final correcto y un tanto cruel.
A pesar de lo irregular del asunto, se agradece
el hecho de ver un producto bien intencionado y respetuoso con las reglas del
género. Las mismas reglas que la hacen sólo recomendable para fans del slasher
y del terror cañí.
El resto, abstenerse.
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