En
1991, y también para la Concorde, hizo su primera incursión en la ciencia
ficción mamporrera con Kickboxer 2025, tan mala como predice el título. Una
mezcla de Desafío total, Terminator y otras distopías en la que Don hace de un
ciborg cazarrecompensas que ayuda a una mujer a descubrir al asesino de su
marido. La presencia y las ganas de una convincente Meg Foster salvan una parte
de la trama, pero lo demás se viene abajo debido a la pobre ambientación y al
poco dinero invertido. Chris Penn hace de un ciborg asesino bastante patético y
el conjunto es muy olvidable.

El
co-director Phillip Moore, bajo el
auspicio de la productora de Corman, tuvo la poca vergüenza de rodar un remake
encubierto solo un año después. El despropósito fue tal que llegaron a utilizar
partes de algunas secuencias en esta nueva versión, titulada Angel of destruction;
lo más curioso es que, en general, supera al original gracias a que la
protagonista no es otra que la incombustible Maria Ford, en el que
probablemente es el mejor papel de su carrera.
Wilson
volvería a la ciencia ficción casposa con Cybertracker (1994), un refrito de
Terminator poco inspirado pero al menos lleno de pasables momentos de acción.
El androide al que se enfrenta nuestro prota aporta físico, pero el traje y las
poses de robot hacen de él un personaje bastante risible hoy en día. Don se
vuelve a rodear de mujeres bellas, en este caso la desconocida Stacie Foster.
Un año después llegaría la inevitable secuela, un despropósito tan barato que
añadía metraje de la primera parte para rellenar.
La única novedad residía en
ver a Wilson hacer de Cybertracker malo, enfrentándose al original en una
suerte de Replicant chatarrero. Poco más.
Ese
mismo año Don rodó Red Sun Rising, la que en mi opinión es la mejor película
del actor. Firma Francis Megahy, que dirigió a Pierce Brosnan en un par de
producciones antes de ser famoso por James Bond. Aunque la dirección es de
telefilm y las sorpresas algo predecibles, el film tiene un guion bastante por
encima de la media, mezclando sabiamente humor, acción y suspense.
La trama es
bastante simple: tenemos a un policía intentando vengar la muerte de su
compañero a manos de la Yakuza. La cosa se complica cuando el policía
interpretado por Wilson tiene que colaborar con una agente inexperta para
buscar a los asesinos. Por primera vez en su trayectoria cinematográfica, se
juega con la condición medio asiática del actor, dando lugar a diálogos cómicos
pero también a otros más adultos de lo habitual. Que el resultado sea una
relación simpática y con química se debe, por una parte, a una más que correcta
actuación de Wilson, y por otra, al papel interpretado por la bella Terry
Farell, que parece sentirse muy a gusto con su personaje y hace que nos
enamoremos perdidamente de ella.
Para los que desconozcan su filmografía,
apuntar que estuvo durante muchas temporadas en Star Trek: espacio profundo o
en Becker.
Ahí
no acaban las bondades del film, que también cuenta con actores como Michael
Ironside, Edward Albert o Mako, en un muy divertido personaje. También tenemos
a un malo a la altura, James Lew interpreta a un pérfido y silencioso asesino,
que además de ser un experto en artes marciales cuenta con un golpe especial
muy típico del cine de Ninjas.
Lo
dicho, toda una sorpresa dentro de la desangelada filmografía de The
Dragon.
Hasta
2004 siguió haciendo películas con regularidad y apareció en un pequeño papel
para Batman Forever. Hasta ese año, y más por destacar algo que por su calidad,
tenemos a Wilson en una película de vampiros: Cazador de medianoche (1996), de
nuevo a cargo de Jacobson. Don
interpreta a un hierático Cazavampiros al estilo Blade que no tiene ni media
conversación inteligente. No ayuda ni un guion monótono y aburrido ni una
dirección desganada.
Solo
salvaría la aparición –como no- de Maria Ford, una vampira de armas tomar.
En
2002 rueda su último trabajo con algo de interés: Al límite de la ley. En ella
Wilson interpreta a un policía que no es del todo integro, y que entra en una
organización mafiosa cuando pierde su placa.

El otro personaje es una prostituta interpretada por la espectacular Carrie
Stevens; playmate de aquellos años que sorprende por la naturalidad y la
sensibilidad con la que se desenvuelve. Para que luego digan que las películas de Don Wilson no tienen ningún interés. Por lo demás lo de siempre: tiros, un
par de buenas peleas y un final con algo de moraleja pero sin pasarse.
Tras
unos lustros con escasas y muy mediocres apariciones, este último año Don
parece empeñado en querer relanzar su carrera, pero viendo lo que se va a
estrenar de él (El rey escorpión 4, entre otras), parece seguir en la línea de
siempre.
Lo
dicho, Don The Dragon Wilson, genio y figura.